La cocina es capaz de hablarnos de un lugar, un colectivo de personas, un clima, unas formas de convivencia, un momento histórico y una tradición; y al mismo tiempo, puede ser disruptiva, ser terreno de investigación y experimentación, buscar la reinvención constante. Y, aunque forme parte de la necesidad de cubrir la nutrición, poseer la cualidad del goce y hasta de la contemplación.
Entendida como gastronomía es uno de los rasgos fundamentales de cualquier sociedad y se reivindica a menudo como uno de los más definitorios de la cultura a la cual pertenece, y, siendo “de un lugar" concreto es capaz de transitar hacia otras geografías, estadios físicos y generacionales.
Cuando pensamos en arte y cocina el primer concepto que parece que aglutina ambos terrenos es la noción de ‘gusto’. Un lugar común que esconde bajo un mismo significante dos acepciones diferentes, el gusto estético y el gusto sensorial, aplicables tanto al arte como a la cocina, y hasta de forma simultánea.
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